Igual lo que hace necesitan es que los mayores les den otras opciones aparte de endosarles el dichoso aparatito y pasar de ellos.
En Santa Cruz disfrutamos del juego de las cucañas, donde los padres y amigos se encargaron de prepararlas para luego ver como los mas pequeños del pueblo pasaban un buen rato rompiéndolas, recogiendo su recompensa y haciéndonos pasar un buen rato al resto.
Solo hay que verlo.
¿Repetimos el año que viene?
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